Santa Maravillas de Jesús
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Santa Maravillas de Jesús (1891-1974) es nuestra principal Patrona celestial y
maestra de vida espiritual. De ella, la Fraternidad ha recibido la orientación de toda su
vida a la gloria de Dios, por una vida escondida continuamente enmarcada en la Eucaristía y en el
Oficio Divino.
Santa Maravillas de Jesús se erige para nosotros como ejemplo de alma modelada por la gracia divina, tras más de cincuenta años de entrega al Señor como monja |
Carmelita Descalza. Su amor al carisma renovado por Santa Teresa de Jesús, y su celo por la casa del Señor que la devoraba[1], la hicieron sumergirse en la ardua tarea de la fundación de diez Carmelos. En esta actividad, la Santa supo mantener incólume su relación de unión con Dios, revelándose como testimonio de alma contemplativa que fructifica en obras.
Fue extraordinario su amor al prójimo, al que se dio, desde la clausura, con un ardor vivo y de obras, viendo en todos a Dios, a quien amó sobre todas las cosas. Cultivó la alegría y la suavidad en la vida fraterna, creando un cordial ambiente de familia en todos y cada uno de los Carmelos que ofreció a la Virgen, alentando la comunión efectiva entre ellos y la amistad evangélica entre las monjas. Este mismo espíritu queremos que informe nuestras vidas.
Los Hermanos se familiarizarán con la doctrina espiritual de Santa Maravillas de Jesús, a través de su correspondencia epistolar, del testimonio escrito de aquellos que la conocieron y de buenas obras que versen sobre su vida
Fue extraordinario su amor al prójimo, al que se dio, desde la clausura, con un ardor vivo y de obras, viendo en todos a Dios, a quien amó sobre todas las cosas. Cultivó la alegría y la suavidad en la vida fraterna, creando un cordial ambiente de familia en todos y cada uno de los Carmelos que ofreció a la Virgen, alentando la comunión efectiva entre ellos y la amistad evangélica entre las monjas. Este mismo espíritu queremos que informe nuestras vidas.
Los Hermanos se familiarizarán con la doctrina espiritual de Santa Maravillas de Jesús, a través de su correspondencia epistolar, del testimonio escrito de aquellos que la conocieron y de buenas obras que versen sobre su vida
[1] 1Re 19,14