Apostolado
La
Fraternidad tiene por empeño apostólico difundir y propagar el mensaje de la
Divina Misericordia, especialmente cristalizado en las revelaciones de Santa
Faustina Kowaslka. Siguiendo los deseos del Señor: “Quiero que el mundo entero
conozca mi Misericordia”; los Hermanos
nos afanaremos en difundir el mensaje del amor misericordioso de Dios a la
humanidad doliente, para sanarla y llenarla de esperanza.
“Quien ama a Dios, Padre de todos, ama necesariamente a sus semejantes, en los que reconoce otros tantos hermanos y hermanas. Precisamente por eso no puede permanecer indiferente ante el hecho de que muchos de ellos no conocen la plena manifestación del amor de Dios en Cristo”[1].
Los Hermanos “están necesaria y profundamente comprometidos en la misión de Cristo. Como Él, son llamados para los otros: enteramente orientados hacia el Padre por el amor y, por eso mismo, entregados del todo al servicio salvador de Cristo a favor de sus hermanos y hermanas”[2]. Junto a la vida contemplativa que esconde su propia fecundidad apostólica[3], los Hermanos prolongarán en su acción evangelizadora la presencia de Cristo “que anuncia el Reino de Dios a las multitudes, que sana a los enfermos y heridos, que convierte a los pecadores a una vida mejor, bendice a los niños, hace el bien a todos, siempre obedeciendo la voluntad del Padre que le envió”[4].
El primer apostolado de los Hermanos consiste en el testimonio de su vida consagrada, que deben alimentar con la oración y la penitencia[5].
La misión apostólica primordial de los Hermanos es la proclamación de la Palabra de Dios ante todos los que encuentran en su camino, de modo que los atraigan a la fe. Debemos tener en cuenta que la acción apostólica es realizada en comunión con la Iglesia, y en nombre y por mandato de la Iglesia[6].
La misión apostólica propia de la Fraternidad consiste en la propagación y difusión del mensaje de la Divina Misericordia, especialmente conforme a las revelaciones de Santa Faustina Kowalska. Predicar y testimoniar la Misericordia Divina es “particularmente necesario en nuestros tiempos, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación a la Misericordia Divina brote del fondo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, que buscan una infalible fuente de esperanza”[7]. Ayudemos pues al hombre a acoger en su vida el amor de Dios.
La difusión de la doctrina a acerca de la Santísima Virgen, y la extensión de su culto, bajo la advocación de Reina de la Paz, también forma parte de la empresa apostólica específica de la Fraternidad. Anunciarán de palabra la paz que nos ofrece Jesús y su Madre, pero llévenla ante todo en el corazón, de modo que a nadie provoquen ira o escándalo, sino sean testimonios vivientes de paz, mansedumbre y benevolencia.
Así mismo, los Hermanos difundirán de manera particular el conocimiento y veneración de Santa Maravillas de Jesús, y de los Santos protectores de nuestra Fraternidad.
En tanto que “el Evangelio se hace operante mediante la caridad, que es gloria de la Iglesia y signo de su fidelidad al Señor”[8], los Hermanos tendrán especial empeño en socorrer material y espiritualmente, en la medida de lo posible, a quienes soliciten nuestra ayuda.
Los Hermanos se servirán de todos los medios lícitos para la consecución de los fines apostólicos, dando primacía a aquellas actividades cuyo fin es el bien espiritual de las almas:
. Culto eucarístico: adoración nocturna y diurna.
. Culto mariano.
. Celebración de sacramentos: especialmente el de la Santísima Eucaristía y el de la reconciliación.
. Dirección espiritual.
. Animación de grupos de oración.
. Catecismo de niños y adultos.
. Apostolado de enfermos.
. Procesiones religiosas.
. Capellanías de monjas.
. Ejercicios Espirituales.
. Peregrinaciones.
. Colaboración pastoral en diversos ámbitos.
. Atención y acogida a los pobres.
. Convivencias para niños, jóvenes, adultos y familias.
. Servicio de acogida para retiro espiritual.
. Otras iniciativas.
“Quien ama a Dios, Padre de todos, ama necesariamente a sus semejantes, en los que reconoce otros tantos hermanos y hermanas. Precisamente por eso no puede permanecer indiferente ante el hecho de que muchos de ellos no conocen la plena manifestación del amor de Dios en Cristo”[1].
Los Hermanos “están necesaria y profundamente comprometidos en la misión de Cristo. Como Él, son llamados para los otros: enteramente orientados hacia el Padre por el amor y, por eso mismo, entregados del todo al servicio salvador de Cristo a favor de sus hermanos y hermanas”[2]. Junto a la vida contemplativa que esconde su propia fecundidad apostólica[3], los Hermanos prolongarán en su acción evangelizadora la presencia de Cristo “que anuncia el Reino de Dios a las multitudes, que sana a los enfermos y heridos, que convierte a los pecadores a una vida mejor, bendice a los niños, hace el bien a todos, siempre obedeciendo la voluntad del Padre que le envió”[4].
El primer apostolado de los Hermanos consiste en el testimonio de su vida consagrada, que deben alimentar con la oración y la penitencia[5].
La misión apostólica primordial de los Hermanos es la proclamación de la Palabra de Dios ante todos los que encuentran en su camino, de modo que los atraigan a la fe. Debemos tener en cuenta que la acción apostólica es realizada en comunión con la Iglesia, y en nombre y por mandato de la Iglesia[6].
La misión apostólica propia de la Fraternidad consiste en la propagación y difusión del mensaje de la Divina Misericordia, especialmente conforme a las revelaciones de Santa Faustina Kowalska. Predicar y testimoniar la Misericordia Divina es “particularmente necesario en nuestros tiempos, en el que el hombre se siente perdido ante las múltiples manifestaciones del mal. Es preciso que la invocación a la Misericordia Divina brote del fondo de los corazones llenos de sufrimiento, de temor e incertidumbre, que buscan una infalible fuente de esperanza”[7]. Ayudemos pues al hombre a acoger en su vida el amor de Dios.
La difusión de la doctrina a acerca de la Santísima Virgen, y la extensión de su culto, bajo la advocación de Reina de la Paz, también forma parte de la empresa apostólica específica de la Fraternidad. Anunciarán de palabra la paz que nos ofrece Jesús y su Madre, pero llévenla ante todo en el corazón, de modo que a nadie provoquen ira o escándalo, sino sean testimonios vivientes de paz, mansedumbre y benevolencia.
Así mismo, los Hermanos difundirán de manera particular el conocimiento y veneración de Santa Maravillas de Jesús, y de los Santos protectores de nuestra Fraternidad.
En tanto que “el Evangelio se hace operante mediante la caridad, que es gloria de la Iglesia y signo de su fidelidad al Señor”[8], los Hermanos tendrán especial empeño en socorrer material y espiritualmente, en la medida de lo posible, a quienes soliciten nuestra ayuda.
Los Hermanos se servirán de todos los medios lícitos para la consecución de los fines apostólicos, dando primacía a aquellas actividades cuyo fin es el bien espiritual de las almas:
. Culto eucarístico: adoración nocturna y diurna.
. Culto mariano.
. Celebración de sacramentos: especialmente el de la Santísima Eucaristía y el de la reconciliación.
. Dirección espiritual.
. Animación de grupos de oración.
. Catecismo de niños y adultos.
. Apostolado de enfermos.
. Procesiones religiosas.
. Capellanías de monjas.
. Ejercicios Espirituales.
. Peregrinaciones.
. Colaboración pastoral en diversos ámbitos.
. Atención y acogida a los pobres.
. Convivencias para niños, jóvenes, adultos y familias.
. Servicio de acogida para retiro espiritual.
. Otras iniciativas.
[1] Vita consecrata nº 77
[2] Elementos esenciales de la doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa nº 24
[3] Perfectae caritatis 7
[4] Lumen gentium 48
[5] CIC 673
[6] CIC 675 § 3
[7] Acto de confiar el destino del mundo a la Divina Misericordia (Juan Pablo II, 17.08.2002, Cracovia)
[8] Vita consecrata nº 82
[2] Elementos esenciales de la doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa nº 24
[3] Perfectae caritatis 7
[4] Lumen gentium 48
[5] CIC 673
[6] CIC 675 § 3
[7] Acto de confiar el destino del mundo a la Divina Misericordia (Juan Pablo II, 17.08.2002, Cracovia)
[8] Vita consecrata nº 82